En el juego se ponen en escena la subjetividad, las posibilidades cognitivas, afectivas y comunicacionales. Abrir la posibilidad del encuentro y el desafío de lo imprevisto reviste de ética y profesionalidad a quienes usamos esta estrategia como forma fundamental de abordaje. Implica poder liberarse e involucrarse genuinamente en el vínculo con el niño.